TRADICIÓN ÉTICA
Esta discusión esta referida a dos procesos que presentan similitudes y diferencias contextuales y de épocas a las cuales podemos denominar Antigüedad Clásica y Modernidad. Es posible referirse a estos dos momentos como primera y segunda modernidad, en un equiparamiento que busca resaltar elementos convergentes y complementarios entre las dos situaciones. Nos inclinamos por la idea de las dos modernidades, pero la adopción del término para los dos períodos de nuestra tradición puede introducir confusión. También es posible hablar de una primera y segunda ilustración, pero la hallamos inadecuada puesto que la ilustración en la modernidad actual abarca un campo limitado de problemas y más bien responde a uno de los momentos del despliegue de la misma.
El término modernidad no significa una corriente de pensamiento unitaria, coherente ni mucho menos monolítica, Por el contrario, en su seno conviven muy disímiles y hasta antagónicas concepciones que no permiten identificarla como un todo unitario.
Una definición muy conocida de Modernidad es la caracterización que hizo Max Weber como proceso en el cual se producía “el desencantamiento del mundo” Esto tiene varias implicaciones pero quizá la más significativa para nuestro asunto es la progresiva (no lineal) conciencia de pasar de un mundo dado a un mundo construido. Sencillo y llanamente esto quiere decir que el mundo es “lo que hagamos de él”.
Esta transformación en la vivencia existencial de buena parte de la humanidad, o de al menos algunas de sus élites dirigentes, encierra un paso trascendental: la necesidad de estar en el mundo valiéndose de si mismo, lo cual trae la posibilidad de otra transformación mucha más importante, La voluntad de estar en el mundo. El estar en el mundo no es una experiencia exclusiva de la autoconciencia del desencantamiento del mundo; Por supuesto, desde la concepción anterior del encantamiento, también se esta en el mundo, pero el sentido y buen parte de los resultados son totalmente diferentes entre una y otra manera de estar en la vida.
Para nuestro propósito – la constitución de un sentido de subjetividad que responda por su comportamiento ético y moral- resulta interesante la postura en la cual la especie humana, al adquirir conciencia de su responsabilidad en la edificación de si misma y del mundo, accede a la que Kant llamó “La salida del hombre de su autoculpable minoría de edad”.
La Antigüedad clásica y la Modernidad tienen en común el uso de la razón como actividad fundante de un sentido y de una imagen del mundo a partir de comprender o al menos intentar comprender, por nosotros mismos en él. Aquí tiene vigencia “Atrévete a pensar por ti mismo” que tanto recordó Kant.
Estar en el mundo se convierte en una experiencia en la que tarde o temprano se tiene a afrontar dos perspectivas igualmente importantes la del sentido subjetivo de construir un todo colectivo en una triple dimensión temporal.: pasada, presente y futuro, y el sentido subjetivo de construir una individualidad específica, la cual requiere un cuidado o un cultivo de si mismo y en le que por otra parte también se reedita en sentido íntimo, una análoga dimensión temporal de integrar la preocupación por el pasado, presente y el futuro personal .
En toda consideración de las ideas de ética y moral se impone dar cuenta de la tradición que en nuestro pensamiento occidental las ha configurado. Estas ideas son el tópico central de la Modernidad que hemos expuesto y quizás de manera particular en la crisis de la Modernidad.
LA VIDA COMO UN PROYECTO
Referirnos al pensamiento filosófico antiguo en el actual debate sobre ética y moral, es el poder preguntarnos por el aporte y significado de dicho pensamiento en los modelos de vida contemporáneos. Es escudriñar en los antecedentes de muchos núcleos conceptuales, las convicciones, las creencias y los sentimientos desde los cuales nos hacemos las imágenes del mundo y de nosotros mismos,
Partimos de dos premisas:
1) La ética y la moral en su triple contenida: comportamiento práctico, costumbre y carácter o disposición en la manera de ser, están referidas siempre a maneras de estar en el mundo.
2) El estar en el mundo, la representación de lo que existe y la manera de estar mejor en él, se convierten en problemas vivénciales que requieren el recurso de la razón.
Entendidas las relaciones entre lo ético y los compromisos de estar en el mundo exploraremos lo que nos dice las dos grandes tradiciones.
Un sentido de lo que hoy podemos entender como proyecto de vida lo encontramos en la preocupación de los griegos por el Areté. Término intraducible al castellano, lo podemos entender como una combinación entre virtud y excelencia. Se introduce en la antigüedad como ideal de vida propio de la nobleza; La cual es consciente de pretender la propiedad mediante el sentido de la responsabilidad del ideal.
Ese hecho define el proyecto de educativo hacia un modelo de una autoformación ética y moral para el cual se requiere un esfuerzo, un trabajo, un arte en fin, todo aquello que los griegos llamaban techné.
Allí encontramos el origen de un contenido que desde entonces está presente en la fundamentación filosófica de la acción educativa. La preocupación por el cultivo de sí, abre la puerta a una reflexión y al uso de la razón. Esta empieza a construir sentido de subjetividad no importa que esté totalmente al servicio del reconocimiento del héroe como campeón de la patria.
El cuidado de sí inicia entonces nuestra tradición pero no se reduce a un mero conocimiento técnico o instrumental de uno mismo, sino que esta claramente vinculada con el impulso del mundo griego hacia un espíritu de Modernidad, lo cual se manifiesta en dos transformaciones cruciales; La aparición de la reflexión filosófica autónoma fundante de la ciencia y la segunda el surgimiento de una conciencia política como auto institución de la propia comunidad y de la personalidad.
A partir de aquí se debe el centramiento de la política como la actividad máxima de la especie humana y el marco contextual de la virtud y excelencia del mundo. Es en Esparto y Atenas que aparece el sentido de construcción de la política con una mirada más amplia sobre ámbitos de acción colectivo e individual. Este cambio empieza a configurar el sentido de universalización que le es propio a loa idea de ciudadanía.
Esparta y Atenas acceden en consecuencia al problema de la necesidad de enmarcar la Areté dentro del ideal de ciudad, A partir de allí lo ético se volverá indisoluble de lo político concebidos al servicio de la ciudad, entonces la actividad educadora se torna Paideia Política.
La educación ciudadana y el ideal de ciudad nos plantes una nueva dimensión en el actuar ético en tres campos definitivos: actuar Teleológico (problema de los fines), actuar Deontológico (actuar con un deber ser) y actuar metodológico (según procedimientos). Esta triada encuadra todo el comportamiento ético, es donde adquiere sentido toda pregunta por el peso de los valores o el sentido axiológico del comportamiento.
Pero la progresiva universalización de la ciudadanía trae otros problemas, la fuerte vida colectiva no supuso como crecer en contrate con la vida moderna, la inexistencia de una vida individual o privada.
La política de manera particular en la experiencia Ateniense, supuso la ampliación o la inclusión, nada pacífica de otros sociales, como se sabe no de todo, bajo el ideal de ciudadanía. La política democrática crea el ámbito público y el primer espacio de libertad ante los particularismos al erigir la ley por encima de los intereses particulares. La ciudad antigua encaminada hacia la democracia se pregunta por la justicia, sin lo cual no es posible o legitimable un sentido de adscripción al proyecto ciudadano.
El advenimiento de la democracia en Atenas, bajo la iniciativa de Clítenes, estuvo acompañado de profundas reformas a la estructura económica, social y territorial, que tuvieron regla general debilitar las debilitar las a instituciones aristocráticos y señoriales. Es decir, se ampliaron y se democratizan las condiciones materiales para la existencia de la ciudadanía de las capas populares libres.
Este proyecto ciudadano adquiere una carga valorativa ético insustituible cuando se convierte en un modelo de la vida, y en un deber ser que igualmente encierra el reconocimiento de un sentido de dignidad humana, en un espacio para el reconocimiento y el diálogo con los otros: A partir de él es posible establecer la pretensión de igualdad ante la ley, igualdad que presupone una situación de desigualdad y por supuesto la existencia evidente de una pluralidad de modos de ser.
El mundo griego produjo y legó al presente la reflexión en torno a la permanente tensión entre la auto institución individual y colectivo de los seres humanos. Este aporta un componente fundamental en las preocupaciones éticas y morales de hoy en día.
Sócrates integra con mayor rigor esa doble dimensión del problema sobre el cual gravita el comportamiento ético y moral. Para él era incompatible el cuidado del alma con el cuidado de la ciudad. El sentido total de la vida política o la función de ella no es compatible con cierto distanciamiento sobre lo meramente contingente; una perspectiva humanista de esta clase actúa con rigor en los dos planos; la búsqueda del arete humano permite preguntarse por la justicia de la ciudad con la misma energía que nos debemos preguntar por la justicia que le damos a nuestro propio comportamiento personal.
La areté es universal e igualitaria en la medida en que todas, pese a sus diferencias y por ellas, sean capaces de preocuparse por los problemas de la ciudad.
Todo el legado griego de la valentía, nobleza, prudencia, moderación, dominio de sí mismo, que encontramos tanto en Sócrates, como en Platón y Aristóteles tienen un común denominador, el deber de constituirnos en nuestros propios señores, el llegar a ser responsables de nosotros mismos, precisamente para aspirar a responder a las responsabilidades ciudadanas y desde luego, en un plano de mayor exigencia consigo mismo, llegar a pretender el cargo de gobernante.
LA VIDA COMO PROYECTO INDIVIDUAL
Otra tradición es la que nos aporta la fundamentación filosófica de la modernidad actual o si se quiere, segunda modernidad. Se trata de la reflexión liberal de una subjetividad individual, existente y constituida antes de toda organización social y política. Esta concepción es más conocida como el Jusnaturalismo, en virtud de promulgar, como el estoicismo grecolatino la existencia de unos derechos universales, naturales e inalienables en todos los seres humanos.
Desde este enfoque hay una afirmación y si se quiere una sobre dimensión de la subjetividad y de la vida individual. Esta individualidad o diferencia de la filosofía antigua, no requiere de la vida política y colectiva como condición esencial para existir, Aquí la vida colectiva y la organización política son el producto de un pacto entre personas libres, previamente constituidos e investidos de derechos.
Sea que las razones del pacto hayan sido el temor al estado, es decir, a la guerra de todos contra todos, o sea las razones para lograr el mayor bien privado (la libertad y la prosperidad) aceptando la vida en sociedad o que sean las razones para construir una moral y una ética fuerte desde la auto instituida voluntad general Roussoniano siempre ,como común denominador de estas posturas, esta la idea del acuerdo razonable de los dos que cambian algunas ventajas del Estado de naturaleza por las ventajas de la vida política y social.
En Locke hay una desconfianza en la vida política y en la existencia de un pacto de gobierno. Se acepto al Estado pero como un mal necesario al cual hay que vigilar y contener mediante garantías constitucionales, fuente del Estado de derecho moderno, para que no invada atropelle y usurpe las libertades y las garantías individuales, prevalido en el uso de una facultad que todos pactan entregarte y cederle al estado: la facultad para emplear la fuerza para hacer respetar las leyes acordados por todos o al menos por los representantes de todos.
Otra experiencia fundamental en la segunda modernidad y que el mundo antiguo no conoció, es la vivencia de las energías privadas aplicadas a la pura esfera económica. La sociedad capitalista, reconoce su propia fuerza a partir de desatar las potencias particulares motivadas por el deseo del lucro y ganancia e en el entendido de que es posible la autorregulación de los intereses privados y en competencia, por efecto de la llamada “mano invisible del mercado”
El liberalismo económico es el correlato del liberalismo político, en ambos casos existe la convicción de que la esfera social, incluso es diferente y en cierta medida para aquellos asuntos que no alcanzan hacer regulados por el deseo del lucro y de ganancia. El liberalismo no solo implica una confianza en la sociedad y en la relativa autonomía de esta frente al Estado (está es el origen del concepto moderno de sociedad civil) sino también implica una autoconfianza en las energías privadas, en las libertades particulares que están detrás de la subjetividad moderna.
Independientemente de la justeza o no de la concepción jusnaturalista y en general de todo liberalismo moderno, lo que nos interesa son las consecuencias para cada uno, fundamentación de ética y moral de un punto de vista que se centro en el individúo autoconsciente de su subjetividad y dignidad como valores primordiales.
Es precisamente Kant que reconociendo, la “insociable sociabilidad” de los humanos formula idea de una moral a partir del uso de la razón
Universal, capaz de abstraerse de toda consideración contingente y circunstancial que como suprema legisladora sea potente, por sí misma, de fundamentar normas y máximas de comportamiento moral en las personas, como un deber de la voluntad del bien, por encima de toda inclinación individual.
La universalidad del juicio moral en Kant es de doble dimensión: universal porque se abstrae de todo particularismo y particular porque los máximos individuales deben ser aceptados por todos. Para Kant la razón, que todo ser humano por el echo de serlo posee potenciales legisladores del universo moral, empezando por el de cada uno (ese es el sentido del concepto de autonomía) y a su vez esta abierto a la interrelación en el mundo social en donde nos encontramos con otros, a los cuales no podemos menos de tratar como nosotros esperaríamos que ellos nos tratasen.
Desde Kant el sujeto moral es autosuficiente, sin embargo, debe relacionarse con otros a través de normas y procedimientos igualmente universales, puesto que deben satisfacer a todos. En Kant también se llega a lo político, pero como hemos señalado para todos los liberales, llegan después de un rodeo y con mayor o menor desconfianza. No obstante, el carácter jusnaturalista de Kant, el comportamiento moral en él tiene una fundamentación racional de corte universal y abstracta, pero sobre todo en sus consecuencias, es diferente del enfoque liberal utilitarista, predominante en la idea del comportamiento moral de muchas concepciones neoliberales hoy en día.
En conclusión, la tradición antigua y moderna, atraviesan toda la discusión entre lo ético y la moral, Podemos establecer unos puntos comparativos:
1. En cuanto a su definición de eticidad y moralidad, la antigua orientada a un fin; la felicidad y la otra la modernidad orientado por un deber definido racionalmente.
2. En cuanto a la concepción del ser humano una subraya el uso prudente y ponderado de la razón, la otra, basada en el uso de la razón abstracta.
3. Una contextualiza, la otra universaliza.
4. En una los objetos están prefigurados por l vida de lo polis en la otra por el logro moral en la fijación de un objetivo por y en la libertad.
5. En una relación estrecha por la ética y la política; con lo cual la moralidad queda emplazada al ámbito de lo privado.
6. Una centrada en el concepto del bien, la otra, en el concepto de la justicia.
7. Una proyectada hacia la autorrealización, la otra, hacia la autonomía.
Entendemos que la tradición no puede ser entendida como la renuncia los universales éticos y morales. La preocupación para la vida la vida buena no es problema, solo de un pequeño grupo o comunidad determinado, es el fondo un problema de todo el género humano como especie. Debe ser la conciencia de que somos una especie social y tenemos obligaciones éticas y morales con nosotros mismos, con el universo físico y biológico que nos rodea.
La pregunta por la felicidad de la especia, por la autorrealización, deben ser la pregunta por la justicia. Es por último la interrogación radical por las condiciones materiales y espirituales que hagan posible la vida buena para todos y todos.
En estas tradiciones nos movemos. En nuestro medio la historia de la asimilación problemática de estas concepciones, tanto la antigua como la moderna, es también la historia de nuestra accidentada construcción como nación.
LA ÉTICA HOY
Reconociendo la riqueza y complejidad de la discusión contemporánea sobre filosofía moral, nos parece interesante presentar de manera sucinta las preguntas centrales que ella plantea y como se han venido desarrollando.
Dentro de esta polémica no solo esta en juego una u otra manera de entender lo moral y lo ético, sino una respuesta a las preocupaciones en relación a que podemos esperar, que debemos hacer, hacia donde orientar nuestra acción, cual es el sentido de una vida humana digna.
La discusión hoy gira alrededor de dos problemas: la búsqueda de la felicidad y de la justicia, las preocupaciones centrales de las corrientes más fuertes dentro del debata ético actual: Neoaristotelismo y neokantismo.
En argumentación una enfatiza el componente racional y el otro subraya la necesidad de contextualizar elementos que en la moral, difícilmente pueden desecharse. En sí misma muestra la pluralidad de nociones morales a las que nos vemos confrontados en el mundo de hoy. Si embargo, a la hora de enfrentarnos a la necesidad de actuar sobre la realidad social, bien sea como educadores o como actores sociales que tienen conciencia de las implicaciones de sus actos, necesitamos ir construyendo horizontes de juicio y acción.
Para el kantismo el juicio moral se construye gracias a la capacidad racional del sujeto, capacidad que la permite preguntarse por la rectitud de sus acciones, abstrayéndose de la influencia de cualquier contingencia.
A la postura Noekantiana se le critica el ser hija de este racionalismo formalista, que platea la idea de una mayoría de edad de la humanidad, basada en su condición de ser racional, y ubica lo cognoscitivo como la característica principal del sujeto moral.
Frente ala postura crítica del racionalismo moderno se podría entonces considerar diferentes opciones: Una se declara el fracaso del proyecto ético de la ilustración, centrado en un universalismo racionalista. Ante este fracaso se puede plantear: que la solución esta la vuelta del ethos premoderno y segundo la imposibilidad de una fundamentación racional de la moral, posición que conduce a un relativismo moral. Y dos postular la necesidad de un replanteamiento de la misma modernidad bajo esta posición del kantismo, aunque es racionalista, contiene ya un sesgo intersubjetivista. La moral como la capacidad de darse leyes a si mismo, pero que sean válidas también para otros, es decir universalizables, A su vez al interior del mismo racionalismo se ha buscado también superar las dificultades del subjetivismo de la teoría kantiana, avanzando hacia un intersubjetivismo que puede denominarse contractualista, o comunicativa.
John Rawls establece unos principios generales eminentemente abstractos, es decir, construidos racionalmente, pero estos principios no tienen su origen exclusivamente en la capacidad racional del sujeto. La vida de la persona en comunidad se caracteriza tanto por un conflicto, como por unos intereses comunes, que son la serie de beneficios que no tendría si se excluyera de ella. De otra forma el individuo tiene interés en establecer a través de la instituciones sociales unos principios generales que regulen esos conflictos y posibilitó la vida colectiva.
Por su parte Habermas reemplazó la antigua concepción de la razón centrada en el sujeto, por una razón comunicativa. Para él la razón que se pregunto por el bien o por el mal, por lo justo o injusto, antes que ser un componente constitutivo del yo humano, es un producto de la interacción social, se construye en el contexto de la internacionalización de normas sociales; El yo es una creación de la sociedad.
El aporte de Habermas se orienta a un entendimiento comprensivo, crítico de la modernidad, del legado de la ilustración, hace un análisis de cómo la racionalidad instrumental ha ido extendiéndose cada vez a esferas más amplias de la vida social y plantea la posibilidad de incorporar y fomentar racionalidad comunicativa en mis prácticas sociales cotidianas en la búsqueda de una convivencia solidaria. La moralidad se construye gracias a un proceso comunicativo libre de dominación, parte de la base que la vida colectiva se realizó a través de acciones comunicativas en las que los individuos están en posición de hablante y oyente, tratando de entenderse. Esta acción comunicativa tiene unos requisitos de validez y una regla que suponen en todo caso, que las personas se reconozcan como interlocutores válidos.
Este reconocimiento a esta actitud dialógica (siguiendo a Adela Cortina) es la única solución que podemos adoptar para construir un mundo verdaderamente humano, es decir, justo. En el marco de esta modernidad replanteada es la única forma de elevar el máximo las oportunidades y la calidad de la educación, la libertad de prensa y en general los mecanismos democráticos de participación política.